Aquel barrio que un día fue una judería y cuya sinagoga fue sustituida por la Iglesia de San Lorenzo, hoy son calles que huelen a curry, incienso, ¡y sí! también a vino y cerveza los fines de semana, esa es la esencia de Lavapiés.
El bullicio es constante, te ves rodeado de gente de todas partes y de todas las edades, a todas horas. Lo que más me gusta es que aquí no existen ni los complejos ni las diferencias, puedes ir tan tranquilo que nadie te mira raro.Aquí te cruzas con gente de todo tipo,con los más cool de la zona, con el grupo que hay tomando cerveza en lata en la esquina de la Iglesia, con las mujeres bengalíes que traen a sus hijos del colegio y que raramente ves fuera del barrio, con un clown despistado, con un grupo de senegaleses cantando o con las vecinas de toda la vida cotilleando en la puerta de la farmacia. Hay para todos los gustos, es un barrio multicolor, multicultural, multiracial, en constante movimiento, aquí no puedes aburrirte ni sentirte sólo.

De todo se puede ver, oler y sentir en Lavapiés, que es un barrio que ya nada tiene que ver con lo que era hace unos años.
A mí me gusta este barrio, me hace sentir bien, estoy como en casa, yo no lo cambio ni por el barrio más caro y bonito de la capital. Sólo una pega, vecinas y vecinos con perro, por favor recojan las caquitas de sus mascotas!

FOTOGRAFÍA: LauraDG y Jonas G

FOTOGRAFÍA: LauraDG y Jonas G
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